
Tamales Doña María ha sido reconocida múltiples veces como el Mejor Restaurante Mexicano en Las Vegas por el diario Las Vegas Review Journal, entre otras publicaciones. Es bien conocido por su alcance intercultural y su participación en la comunidad. Pero quizás lo más importante, lo que se puede experimentar en cada visita a Doña María Tamales, es la dedicación y el deseo de hacer sentir a todos como una familia. Esa pasión, ese amor, siempre ha sido el corazón de Alfredo y Elvia Martínez. (Frank Alejandre / The Nevadan / El Nevadense)
El origen del restaurante Tamales Doña María está basado sobre una conmovedora historia de amor: amor por la comida, la tradición, la familia y los amigos.
En Doña María Tamales en Las Vegas, algunas cosas nunca cambian.
Por ejemplo: la receta de los famosos tamales del restaurante mexicano se fijó desde el primer día. Muchos empleados son originales. Algunos de los clientes también.
“Definitivamente es como mi familia”, dice la propietaria Neriza Johnson. “Es gratificante verlos nacer como bebés y luego tener bebés… Tienes bodas, primeras comuniones y cumpleaños… todos estos recuerdos… tantos recuerdos”.
Los padres de Johnson, Alfredo y Elvia, fundaron el restaurante en el centro de Las Vegas en 1980: una pequeña tienda en Charleston y 10th Street y poco después se mudó a su espacio actual, más grande, en Las Vegas Boulevard.
Johnson asumió el control en 1999 y un año antes abrió un segundo restaurante en North Tenaya Way. Ha estado presente desde el principio, ayudando después de la escuela primaria.
“Mi trabajo era ‘chica fuente'”, recuerda. “Me pusieron en una caja y yo hacía los refrescos”.
Desde entonces, ha trabajado en todos los puestos que existen, desde lavaplatos hasta cocinera y cajera. “Ese ha sido mi único trabajo en la vida”, admite. “Solo he estado trabajando en el restaurante”.
Alfredo y Elvia ahora traen una vibra de abuelos a la mesa, bromeando con el personal. En días ocupados, como el Día de la Candelaria (2 de febrero) de este mes es el día más ocupado del año, y también en la Navidad (el año pasado hubo colas en la puerta), cada tamal recibe su sello personal de aprobación.
“Mis padres dicen: ‘Para que la comida sepa bien, todos deben ser felices'”, dice Johnson. “Creo que ese ha sido el secreto del restaurante”.
El patriarca de la familia, Alfrerdo Martínez, conoció a Elvia la matriarca después de emigrar a los Estados Unidos.
Son las recetas de su familia -de generaciones pasadas- las que inspiraron el auténtico menú mexicano del restaurante. Las hojas de maíz y los chiles para los tamales se importan de México. Cada uno está meticulosamente enrollado a mano.
“Sé que a muchos restaurantes les gusta modificar un poco las cosas”, dice Johnson. “¿Por qué estropear algo que ha funcionado durante tantos años?”
Johnson era una graduada universitaria de poco más de 20 años cuando asumió la propiedad de los restaurantes. Si bien la ubicación en el centro tiene una atmósfera pintoresca y hogareña, la ubicación en el noroeste tiene una capacidad para 400 personas.
“Recuerdo que entré y pensé: no hay manera… No puedo hacer esto”, dice. “Mi papá dijo: ‘No, tú tienes esto. Creo en ti y puedes hacerlo”.
Ella le da crédito a su estímulo por ayudarla a comenzar a trabajar.
“El hecho de que mi papá tuviera fe en mí, gracias a Dios tuvo fe en mí”, dice. “Con su apoyo pude hacerlo funcionar”.
Ha habido obstáculos en el camino y una creciente competencia por parte de los restaurantes mexicanos en Las Vegas, pero finalmente Doña María Tamales ha prevalecido, incluso sobreviviendo a la pandemia de COVID-19 sin cerrar nunca.
Johnson ahora está pensando en la próxima generación y en su hijo, de 16 años. El estudiante de segundo año de preparatoria quiere participar y ya está hablando de franquicias, pero Johnson quiere que se vaya a la universidad antes de decidir comprometerse con el negocio familiar.
“Quería ir a la universidad, pero estar en una familia hispana tradicional no era una opción”, explica Johnson. “Cuando yo era niña, no salías de casa a menos que te casaras”.
En su caso, ya dirigía el negocio cuando conoció a su marido. Su noviazgo comenzó cuando su máquina de hacer hielo se rompió en la sucursal del noroeste y él la arregló. Celebraron su 23 aniversario este mes.
Sus padres celebraron su 50 aniversario hace dos años. Johnson los describe como un modelo de compromiso hispano.
“Es fantástico ver el círculo completo”, dice. “Ver cómo llegaron a los EE. UU. y ahora pueden disfrutar de todo lo que tienen”.
En cuanto al futuro del restaurante, Johnson se muestra optimista.
“Hemos estado aquí desde 1980 y todavía seguimos luchando y trabajando”, dice. “Ojalá nos queden más generaciones”.
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